Jorge Galindo: CON OTRO PRISMA
Claudia Saiz, Elle Spain, número de marzo, 2021
El artista español ha hecho del color su fiel escudero, del mundo su fuente de inspiración y de las FLORES, vibrantes y libres, la celebración de su próxima 'expo' y un espacio donde refugiarse
Por Claudia Saiz. Fotos: Juan Galindo
Yo empecé a pintar cuando era muy joven. Un día que estaba aburrida en casa me senté en el suelo y me puse a dibujar con unos lápices de colores Manley y no me he vuelto a cansar en la vida', dice Jorge Galindo (Madrid, 1965), que continúa enfrentándose a los cuadros como si fuera la primera vez. Y es que, para este artista, el mundo es su paleta, y la explosión de color, un canto a la libertad en la creación y la acción. Hace más de tres décadas que cambió la capital por Borox (Toledo), donde trabaja gran parte del tiempo en una antigua bodega de vino convertida en su cámara de las maravillas. Dos de sus principales obras, Calle alucinada y Poupette, forman parte del fondo del museo Reina Sofía, y las principales ferias y galerías internacionales cuentan con su nombre. Es un buscador de tesoros insaciable, el Rastro fue su primera fuente de inspiración y su obra aparece en las películas de Pedro Almodóvar, además de ser parte importante de la colección personal del cineasta. Ahora, sus trazos luminosos, a veces con brocha, otras con la mano, inundan la galería madrileña Helga de Alvear, bajo el título 'El eco de las flores' (hasta el 24 de abril).
¿En qué punto vital te encuentras?
En lo personal, acabo de pasar por primera vez por un quirófano. He tenido suerte. Los excesos cobran un peaje y toca pagarlos. Me he prohibido el tabaco, que, pintar, es de lo que más disfruto. Durante mi convalecencia de dos meses, sólo entré en el estudio para pintar un cuadro de tres por seis metros y demostrarme que podía hacerlo sin fumar. No lo había intentado nunca. La obra formará parte de una exposición esta primavera en Alemania.
¿Y profesionalmente?
Primero expongo en casa de Helga de Alvear. Han pasado ya siete años desde la última vez y estoy muy ilusionado. Luego, en marzo, mi primera exposición individual en L21, en Palma de Mallorca. Y, además, estoy preparando un gran libro con mi serie de cuadros de flores, con fotografías de estudio de Jean Marie del Moral y texto de Rafael Doctor.
¿De qué trata la primera exposición, El eco de las flores?
Son obras de gran formato y un tríptico que realicé la primavera pasada, durante el primer confinamiento. Pinté más que nunca, quizás para estar a resguardo de una realidad tan terrible y triste. Son flores muy libres, vibrantes, luminosas, con mucho color y mucha rabia también. Las flores son siempre un motivo de celebración, y esta es lo que voy a llevar a la galería de Helga de Alvear en febrero.
¿Por qué este elemento natural?
Porque, tras pintar flores y bodegones con Pedro Almodóvar el año anterior, quería hacer más. La serie que presento ahora la empecé en 2009 y aún no la he terminado.
¿Y qué significan para ti?
Son las mejores composiciones de color y hacen más feliz a la gente. Son las obras de arte perfectas. William Blake decía: "Las flores han tardado miles de años en crearse, mientras que crear una sola flor es trabajo de siglos".
¿De dónde viene su sensibilidad artística?
De cuando mis padres me llevaron por primera vez al Rastro. Para un niño es una experiencia estética brutal. Mi amor por los libros viene de ahí: mis padres tenían un amigo librero y un sábado al mes nos llevaban a su librería para elegir lo que quisiéramos.
¿Encuentra inspiración en las mismas cosas que antes?
Trato de mantener la curiosidad y de seguir aprendiendo, igual que el viejo Goya. Y aún me atrae lo que me interesaba cuando tenía 20 años. Son referencias que quiero conservar, como esos amigos que te quedan de entonces.
De haber algún mensaje en tu obra, ¿cuál es?
El placer y la libertad de pintar lo que me ha dado la gana.
¿Eres más un creador o un soñador?
Soy pintor. Me gusta acostarme cansado de lo que he pintado hoy y dormirme pensando en lo que haré mañana.
¿Qué necesita el arte contemporáneo en España para que lo protejan como un activo cultural de primer orden, igual que sucede en Reino Unido y Francia?
Lo primero es que haya una educación artística básica desde los colegios. Como no existe, no se genera ningún interés hacia el arte contemporáneo: ni político, ni social, ni de los medios de comunicación. A diferencia del Reino Unido, en España el arte le interesa cada vez a menos gente. Allí el falllo del Premio Turner se retransmite en directo en el telediario de la noche. ¿Te imaginas aquí algo así? Imposible.
¿Ahora el artista vive demasiado atado al mercado?
¿Qué mercado? Para empezar, eso que se llama mercado del arte en España no lo hay. Aquí el artista vive de milagro, de la carambola. No existe nada de eso, ojalá pudiera influirte el mercado o contaminarte el dinero.
¿El arte se puede hacer desde la corrección política?
Lo que hagas hazlo desde la impertinencia, política o artística. Lejos de lo oportuno, lo adecuado o lo que se espera.
A este ritmo, ¿acabará habiendo un reality para pintores?
Ya hubo uno hace 10 años en Estados Unidos y ahora están promocionando otro en Gran Bretaña. Me reservo lo que pienso de estas porquerías. Solo que aquí sería imposible, el arte ni siquiera es un interesa ni para esto. Y menos mal.
Entonces, desde tu lenguaje poético, ¿cómo te rebelas ante esta época convulso?
Ahora que pinto flores, diría que como en el Poema 23, de Álejandra Pizarnik: "Una mirada desde la cuneta puede ser una visión del mundo, la rebelión consiste en mirar una rosa hasta pulverizar los ojos".
Pintar, crear, es un acto de ...
Impertinencia, y también un acto mágico, de ilusionismo.
¿Qué crees que importa en la pintura?
La pintura es lenguaje. Es un lenguaje antes de que se inventara el lenguaje: desde esa huella primitiva propia de las cavernas hasta el "gesto que ilumina", como le gustaba llamarlo a Joan Miró.
Instagram se ha convertido en un magnífico punto de encuentro mundial para los artistas.
¿Te imaginas cómo habría sido esta red social a tus 17 años?
Me encanta Instagram, es mi única red social, creo que es perfecta para nosotros. Por la difusión global y la fuerza de la imagen, que vale más que mil palabras. Me parece la revista de las revistas de arte. Incluso resulta más útil que una página web. Si hubiera existido cuando empecé con la pintura, nunca habría parado de utilizarla.
¿Cuánta importancia le das a la comunicación?
Un pintor trabaja con el lenguaje de las emociones, tiene que comunicarlas en su obra. Para que esta luego se construya con la mirada del espectador. Hay una frase de Matisse al respecto: "Lo único que se le debe exigir a un artista es que exprese claramente sus intenciones".
Eres un coleccionista voraz. ¿Se ha llegado a convertir esto en un vicio hasta el punto de introducirse en tu propia obra?
Totalmente. Siempre me ha gustado visitar el rastro de cada ciudad por la que paso. Compro discos, libros... E introducirlos en tu obra es la mejor manera de no sentirte culpable. En las series que he hecho de collages y fotomontajes desde los años 90, he necesitado cantidades ingentes de fotografías antiguas, revistas ilustradas, postales o portadas de discos.
¿Qué te provoca coleccionar cosas?
Sobre todo, placer. También algo de síndrome de Diógenes. Acumulo demasiado, pero me lo paso bien y aprendo de lo que encuentro al margen de lo que busco. La curiosidad es un motor que te lleva a lugares insospechados, y yo lo utilizo todo. Pertenezco a una generación en la que descubrir cosas no era tan fácil como ahora, que con un clic ya lo tienes. Había que trabajárselo, y mucho.
¿Cómo describiría su estudio?
Tengo dos, uno de pintura y otro para obra en papel y fotomontajes. El primero es una antigua bodega de vino, con techos altos forrados con viejas vigas y tablas de madera. Lo dejé tal cual porque así me recuerda al granero de Pollock, y eso me da buena onda. Y el segundo es una habitación con las paredes recubiertas de collages de fotos y estampas a la manera de despacho ramoniano mezclado con Robert Rauschenberg.
De todos los elementos que integran tu colección personal, ¿a qué le guardas más afecto?
Todos los cuadros que tengo son intercambios con pintores amigos. Por ejemplo, los retratos de mi mujer y mis hijos que hizo Julian Schnabel. A estos les tengo un cariño especial. En cuanto a los libros, aprecio una edición americana de Ramón J. Sender con una dedicatoria que sólo dice: "¡No pasarán! Madrid, 1938". También las primeras ediciones de libros firmados por artistas como John Heartfield, Grosz, Calder, Warhol, Basquiat...
Y dime, ¿cuál es la banda sonora de las obras que ahora estás pintando y presentas?
Siempre trabajo con música; es más, todas mis series tienen una banda sonora detrás. Es curioso, pero para pintar estos cuadros de flores, he utilizado mucha electrónica de los años 80 y ahora, como Devo, Aviator Dro, Mount Kimbie, Thom Yorke.
“I consider myself a voracious collector. I learn from what I find on the margins of what I seek. Curiosity is an engine that takes you to unsuspected places.”