Villa Magdalena se complace en anunciar Alejandro Garmendia: El Ingenio Revolucionario del difunto artista español Alejandro Garmendia (San Sebastián, 1959-2017) del 1 de julio al 22 de septiembre. Esta exposición toma su título de dos obras centrales de la muestra, una pintura y una escultura del mismo nombre que se muestran juntas por primera vez en esta ocasión. El Ingenio Revolucionario es a la vez una ironía y una revelación: el autor cree haber inventado algo que encarnaría una revolución de forma y concepto. El emblema de una nueva forma de ver o mirar el mundo, de ahí El Ingenio Revolucionario. Una mirada sarcástica sobre el propio autor.

 

Alejandro Garmendia fue un artista de actitud subversiva y una ingeniosa aproximación a la estructura estética y a los aspectos formales del paisaje y la arquitectura. Se apropió de ellos hasta un punto de partida en el que una plétora de imágenes se manifiestan de diversas maneras, documentando lo inexistente y creando lo físicamente imposible. Escenas que no se ajustan necesariamente a un estilo concreto, en última instancia presentan una visión distanciada de un carácter emocional lleno de soledad y melancolía. Garmendia revela al espectador una nueva irrealidad pintada.

 

Se expone una concisa selección de obras que incluye collage y pinturas de los años 90 que trazan el desarrollo de los espacios imaginarios de Garmendia, el tema predominante de su producción artística durante este periodo. Una escultura, El Ingenio Revolucionario (2003-2004), y una selección de composiciones musicales instrumentales del artista acompañan a las obras anteriores y subrayan el carácter atmosférico de la obra de Garmendia.

 

Una noche, a finales de los 80, el artista robó en una fiesta un puñado de revistas de arquitectura vintage. Algunas de estas publicaciones españolas, francesas y alemanas datan de 1900, otras son de los años veinte. Las revistas más antiguas mostraban interiores Art Nouveau y las posteriores documentaban los primeros pasos del Art Déco. Estos documentos históricos son fuente de los interiores fantasmagóricos que vemos en los cuadros de emulsión fotográfica, así como del enigmático candelabro invertido que representa ambiguamente la escultura de la exposición.

 

El efecto general cuando uno contempla la relación entre los distintos elementos de esta muestra es la creación de un entorno extraño completamente desplazado en el tiempo y el espacio. Escenas desorientadoras de arquitectura descontextualizada, guiadas por el principio del artista de distorsionar cualquier conexión lógica con su entorno físico, se convierten en un nuevo orden metafísico. Uno ve diferentes versiones de extraños entornos domésticos. Los objetos fantasmagóricos se desplazan, transformando lo que miramos en otro tipo de espacio pictórico. A pesar de la presencia de objetos domésticos, la vida parece haber abandonado este ámbito hace mucho tiempo. Los pequeños estudios de collage se convirtieron en obras más grandes que el artista ejecutaría y en otros planes más ambiciosos que no llegó a realizar en vida.

 

Alejandro Garmendia vivió y trabajó en numerosas ciudades, entre ellas San Sebastián, Madrid y Nueva York. Estudió Bellas Artes en la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) en Bilbao. Ha realizado importantes exposiciones individuales en la Galería Masha Prieto (1988, Madrid, España); Galería Antonio Machón (1994, Madrid, España); Generous Miracles Gallery (2001, Nueva York, Estados Unidos); McClain Gallery (2007, Houston, Estados Unidos). En 2007 expuso junto a Andreas Gursky, Jan Fabre, Per Barclay y Man Ray en el Museo Reina Sofía de Madrid en la exposición colectiva Perceptions. En marzo de 2018, un año después de su muerte, Alejandro Garmendia fue homenajeado a través de la retrospectiva, Alejandro Garmendia: Paisajes, enigma y melancolía en la Sala Kubo del Museo de San Sebastián, España. Un intento de revalorizar su trayectoria vital. En 2023 Garmendia fue incluido en la exposición colectiva Años 90 en el Museo San Telmo (San Sebastián), una aproximación a los diversos colectivos de artistas que trabajaron en el País Vasco a finales de los 80, los 90 y principios de los 2000. Su obra forma parte de las colecciones permanentes del Museo Reina Sofía (Madrid) y del Museo San Telmo (San Sebastián).