Cy Schnabel: ‘San Sebastián tiene todos los ingredientes para convertirse en un destino artístico’
Cristina Altozano, ELLE, 6 de octubre, 2022
El neoyorkino Cy Schnabel, hijo del pintor y cineasta Julian Schnabel y la diseñadora y exmodelo donostiarra Olatz López Garmendia nos recibe en Villa Magdalena, donde presenta nueva exposición en su galería de arte. Además de hablarnos sobre su faceta como ‘curator’ y galerista, nos revela sus ‘tips favoritos’ de la capital donostiarra.
Cy Schnabel (Nueva York,1993) creció rodeado de artistas gracias al entorno cultural de sus padres, visitando galerías, museos y atesorando catálogos de exposiciones. Aunque estudió Ciencias Políticas, atraído por la interdisciplinidad que ofrecía la carrera, casi resultaba inevitable dedicarse a este mundo. Pasó el confinamiento durante la pandemia en Villa Magdalena, la vivienda familiar en la capital donostiarra, un caserío típico de los años 20 en la falda del monte Igueldo obra el arquitecto José Martínez de Ubago. Después de haber vivido toda su vida en grandes ciudades -Nueva York,Ciudad de México-, dio un cambio de timón a esa vida cosmopolita, decidió quedarse aquí y emprender un nuevo rumbo.
¿Por qué decidiste instalarte en San Sebastián?
Vi una oportunidad única de abrir una galería internacional en una ciudad que no tiene una escena artística contemporánea. Quería reforzar la vida cultural donostiarra con un proyecto que trajera artistas internacionales a la ciudad. No obstante, también trabajo con muchos artistas españoles. Sabía que sería un reto porque no hay una base fuerte de coleccionistas locales, sin embargo, en esta era digital global me pareció viable por lo conectados que estamos a través de las redes sociales y la creación de plataformas virtuales online.
Esta ciudad tiene todos los ingredientes adecuados para convertirse en un destino artístico: un gran festival de cine, restaurantes de categoría mundial, el festival de jazz, el museo Chillda Leku, la nueva instalación permanente de Cristina Iglesias, Hondalea, en la isla de Santa Clara. Cibrian, otra joven galería que abrió en 2018, muestra principalmente artistas internacionales. Está a 40 minutos de Biarritz, donde Lucy Chadwick, directora durante mucho tiempo de la empresa de Gavin Brown en Nueva York, abrió su galería Champ Lacombe en el verano de 2021. Bilbao está cerca y atrae a un público de arte global con instituciones de renombre como el Guggenheim y el Museo de Bellas Artes -donde el exdirector del Padro Miguel Zugaza se ha hecho cargo desde 2017 y ha revigorizado el museo-. Carreras Múgica, una de mis galerías favoritas en España, también tiene su sede allí. Además, el aeropuerto está muy bien conectado con el resto de Europa.
¿Cuál fue el detonante definitivo?
Acostumbrado a vivir en grandes metrópolis, instalarme en un lugar más pequeño, con una mejor calidad de vida y un ritmo más lento, me parecía una necesidad. A pesar de ese impactante periodo imprevisible que fue la pandemia, tuve la suerte de pasar el encierro inicial en casa de mi madre, rodeada de naturaleza y cerca del mar. Fue ideal. Vi muchas películas, leí mucho, me convertí en un mejor cocinero y terminé un texto sobre la obra y la vida del artista Alejandro Garmendia, tío mío. Encontré un equilibrio y una estructura personal que me faltaba en Nueva York. La casa de mi madre es muy inspiradora y guardo muchos recuerdos. Después de un duro periodo quería sustituir los momentos tristes y traumáticos por algo creativo y positivo. Siempre soñé con tener mi propio espacio donde pudiera ejercer la libertad de seleccionar artistas y mostrar mi sensibilidad hacia el arte, mi propia mirada crítica. Escribir es un aspecto importante de mi enfoque como galerista también; redacto todos mis comunicados de prensa y los considero más como ensayos. Me acerca a los artistas, hay un rico intercambio de ideas que añade más sustancia a las exposiciones. Me gusta escribir porque es un ejercicio más analítico y conceptual.
¿Cómo definirías Villa Magdalena?
Es una galería de arte. He trabajado directamente con todos los artistas que he expuesto hasta ahora, excepto Miroslav Tichý que falleció en 2011. Casi todo lo que expongo está a la venta. Sin embargo, nunca pensé en Villa Magdalena como algo con lo que iba a ganar dinero, era simplemente una oportunidad para presentar obras de artistas que me gustaban en un espacio único y poder escribir sobre lo que se exponía. No hubo decisiones estratégicas ni calculadas a la hora de seleccionar a los artistas, simplemente me dejé guiar por mi ojo y mi intuición. Sabía que esa era mi mejor apuesta porque, en última instancia, distinguiría mi gusto y mi forma de pensar de otros galeristas y comisarios.
Villa Magdalena nació de mi identidad multicultural como neoyorquino y alguien que pasó parte de su vida aquí en San Sebastián. Siempre percibí San Sebastián como mi segundo hogar, y eso permitió sentirme cómodo al instalarme aquí y abrir una galería. Nueva York despertó mi interés inicialmente por la exposición al arte que tuve a través de mi padre, y el acceso a increíbles museos y galerías que la ciudad te ofrece. Pasé mucho tiempo mirando el arte solo, leyendo, escuchando a otras personas y sin sentirme lo suficientemente seguro para expresar mis propias opiniones. En otoño de 2020, sentí que todas esas experiencias pasadas daban sus frutos porque por fin tenía algo que decir. Fue entonces cuando decidí abrir Villa Magdalena y empezar a comisariar exposiciones.
¿Quién se ocupó de la decoración de la casa?
Mi madre y mi padre lo hicieron. Estos son los comentarios de mi madre sobre el concepto general del diseño interior de la casa:
Mi intención siempre fue conservar el alma de la casa, recreando la austeridad y elegancia que percibo en el ADN de la arquitectura histórica del País Vasco.
Los colores son fundamentales para mi, y en este caso la intención fue compensar los cielos grises característicos del norte. Los muebles son sencillos, rústico , la mayoría provienen de pequeños anticuarios de toda la región, especialmente del País Vasco francés, combinando todo con elementos que provienen de mis viajes por Marruecos, Indonesia, la India que le dan un toque de exotismo a la atmósfera general de la casa.
Fue construida por José Martínez de Ubago en 1920, un arquitecto que construyó muchas casas en la misma zona. Ofrece la imagen típica de una casa neovasca.
¿Qué la diferencia de una galería de arte tradicional?
No es un espacio de cubos blancos. La mayoría de las galerías tienen una jerarquía clara con muchas funciones designadas para los distintos empleados. Yo alterno entre comisario, escritor, director de la galería y vendedor. Mi intención es intentar participar en todos los aspectos de la galería.
El hecho de que esté conectada a mi casa me permite llevar a amigos, familiares y algunos visitantes después, lo que hace que sea una experiencia más íntima. Para las inauguraciones de mis exposiciones, invito a los visitantes al jardín y a la pérgola que hay sobre el espacio de exposición. A veces también cocino, todo ello abarca una parte importante de la experiencia de la galería también. La mayoría de las veces recibo a los visitantes y creo que esto salva la brecha que se puede sentir entre el arte y el público en muchas galerías. A la gente le resulta reconfortante poder hablar conmigo directamente. Quiero que resulte lo menos pretencioso posible.
¿Quién y cómo puede visitarla?
La entrada es gratuita, todo tipo de visitantes son bienvenidos: desde un público más desinformado en general como los niños, hasta personas mayores pasando por artistas, otro tipo de amantes del arte, coleccionistas… realmente cualquier persona que tenga la suficiente curiosidad para venir a visitarnos es bienvenida. Los dos últimos años la gente ha solicitado citas principalmente a través de correo electrónico, Instagram o whattsapp.
¿Por qué elegiste esta fórmula?
Decidí la visita privada por un par de razones. La galería abrió sus puertas en pleno Covid y quise evitar las restricciones que se aplicaban a las galerías y a los museos abiertos al público. Además, Villa Magdalena no se encuentra en un lugar céntrico de la ciudad; al estar situada en un barrio residencial en cuesta, hay muy poco tráfico peatonal, por lo que tiene menos sentido dejar las puertas abiertas durante un tiempo determinado a la espera de que los visitantes se pasen por allí. Por último, como el espacio está conectado a mi casa, sentí que esta fórmula me permitía controlar la situación sin que se invadiera mi privacidad. No me preocupaba que la gente no se enterara de lo que estaba haciendo porque consideraba que era lo suficientemente singular como para captar su atención. Sabía que tenía que hacer todas las exposiciones posibles y que cada vez vendría más personas porque en San Sebastián la gente suele enterarse de las cosas por el boca a boca.
Estudiaste Ciencias Políticas y eres escritor, aunque creciste rodeado de artistas. ¿Dedicarte al mundo del arte era inevitable?
Quizá se pueda decir que era inevitable. Me decidí por las Ciencias Políticas cuando estaba en Bard porque quería aprender sobre la relación entre los gobiernos y los individuos, te da una cierta conciencia de la historia de la humanidad y de cómo varía en las diferentes regiones. Es una historia oscura en su mayor parte. Te introduce en una serie de conceptos que te ayudan a entender la situación de los distintos países. Aprendes sobre el éxito o el fracaso de instituciones internacionales como la ONU y el Banco Mundial, el legado político del colonialismo y las economías de libre mercado en el llamado mundo en desarrollo. La lectura de libros como Choque de Civilizaciones, de Samuel P. Huntington, fue muy reveladora y me hizo reflexionar. También pensé en estudiar historia, pero la de Ciencia Políticas es una carrera muy interdisciplinar, que abarca la historia, los derechos humanos, la economía, la antropología y la sociología en menor medida, así que pensé que cubriría todas mis áreas académicas de interés.
Aunque en un momento dado me planteé hacer una especialización en Historia del Arte en la universidad, me pareció que Ciencias Políticas era más estimulante porque he estado rodeada de arte y artistas toda mi vida. Crecer con mi padre, su colección de arte y su entorno cultural fue una lección de historia del arte en sí misma. Naturalmente, visitaba galerías de arte y museos, y empecé a crear una biblioteca de libros de arte (catálogos de exposiciones y monografías de artistas) para poder investigar por mi cuenta. Sabía que era muy probable que siguiera una carrera dentro del arte por el tiempo que pasaba mirando y pensando en el arte. Tomé un par de clases de Historia del Arte en el Bard College y realmente las disfruté. Asistí a una clase magistral sobre el estudio del arte del siglo XX con Alex Kitnick, un colaborador frecuente de Artforum y otras prestigiosas publicaciones de arte.
Algunos textos recientes que he escrito y que han sido publicados fueron para la reciente exposición individual de mi padre en el CAC Málaga, y dos ensayos para monografías dedicadas a los artistas Matías Sánchez y Milko Pavlov
¿Cómo seleccionas a tus artistas?
Intento hacer el mayor número posible de visitas a estudios. Viajar dentro de España y a Nueva York, Berlín, Ciudad de México o París siempre resulta muy constructivo a la hora de seleccionar artistas para mi galería. Villa Magdalena está cerrada durante el invierno, así que normalmente es cuando tengo más tiempo para organizar viajes, visitar artistas y planificar exposiciones para la siguiente temporada. A muchos de los artistas que he expuesto y que me gustaría exponer en el futuro los conozco personalmente y he visto su obra en persona. Cuando ves las cosas en persona o pasas un tiempo en el entorno creativo de un artista, siempre es un momento muy claro, puedes juzgar adecuadamente las cosas y ver realmente lo que resuena.
¿A quién podremos ver próximamente en Villa Magdalena?
En octubre tendremos obra de Lucy Mullican (1994, Nueva York), una artista emergente afincada entre Nueva York y Berlín que estudió en la Escuela de Arte de Glasgow. Últimamente está realizando pinturas a base de acuarela sobre panel de madera. Los visitantes podrán ver algunos ejemplos nuevos de gran y pequeño formato de esta serie en nuestra próxima exposición. En este momento, trabajo sobre todo con artistas de media carrera; creo que es importante para mí trabajar con artistas de mi generación con los que pueda evolucionar con el tiempo. A Lucy la conozco desde que éramos niños, es una amiga íntima y siempre nos hemos entendido de una manera muy natural. Ella describe su práctica como ”Representación del espíritu”.
¿Cuál es tu rincón favorito de la casa?
El garaje en la entrada de la casa donde tengo la galería siempre me ha parecido impresionante. Desde fuera parece una fortaleza antigua. La terraza del salón también me gusta mucho.
¿Qué recuerdos guardas de San Sebastián?
A mi abuela Charo y a mi tía abuela Antonia siempre les entusiasmaba estar con nosotros. De niños, cuando veníamos en verano o de vez en cuando en Navidad o Semana Santa, pasábamos la mayor parte del tiempo con ellas. A diferencia de Nueva York, aquí podíamos salir por la noche y volver a casa más tarde de lo habitual, lo que nos hacía sentirnos independientes. Comer rico era lo normal, lo cual no es ninguna sorpresa en esta parte de España. Ir a pueblos perdidos en el campo a comer en un viejo caserío vasco o en una sidrería era siempre un plan especial. Practicaba mucho surf con mi hermano; así conocimos a muchos de nuestros amigos locales. Íbamos a las playas de la costa desde Zarautz hasta Hossegor en Francia. Estaba muy unido a mi primo y a mi tío, ambos tenían la capacidad de reinventar la vida cotidiana con alter egos y escenarios ficticios. Eran personajes divertidos a los que les encantaba hablar de arte, música y cine. Por desgracia, ya no están entre nosotros.
Mi padre pintaba muchos cuadros en su estudio de San Sebastián, el espacio que yo convertí en mi galería. En este estudio en particular trabajaba mucho con retratos -llamó a esta serie Retratos de resina- que terminaba con una capa de este material y a veces también se añadían formas abstractas blancas. En estas obras me gustaba el contraste entre la meticulosa representación del rostro de cada persona y los trajes antiguos pintados con soltura que inventaba a partir de su imaginación. Las enigmáticas marcas blancas que añadía al final desfiguraban partes del cuadro. Siempre me pareció que se inspiraba en los viejos maestros españoles, como Velázquez y Goya. Creo que eso la hace muy especial.
Cuando vienen amigos de fuera a visitarte, ¿cuál es la visita- recorrido imprescindible, la que nunca falla y no puede faltar?
Ir de pinxtos en el casco antiguo. Una comida o cena en Elkano en Getaria. Pasar el día en el País Vasco francés y visitar San Juan de Luz, Guethary, Bidart y Biarritz. Conducir por la carretera de la costa de Getaria a Zumaia y luego hacer un alto en el Asador Bedua en Zumaia. Visitar Chillida Leku, el museo del escultor Eduardo Chillida. Tomar el barco para ver la instalación de Cristina Iglesias en la Isla Santa Clara y luego comer en La Rampa en el puerto. Hacer la excursión de San Sebastián a Pasajes por el monte Ulía. Visitar el Santuario de Arantzazu. Tomar una copa en el bar El Polvorín, en la cima del monte Urgul. Ir a la sidrería Iruin en Zubieta. Por la noche, tomar una copa en la plaza de la Constitución,en los bares cercanos a Reyes Católicos o de la plaza de Easo.
¿Qué es lo que más les suele llamar la atención?
El microclima. Hay veces en los que en un solo día se suceden varias estaciones. Un día de marzo de 2018, nevó por la mañana, luego salió el sol durante casi todo el día y se derritió toda la nieve, por la noche hubo una gran tormenta. Es una ciudad con una luz dramática que no para de cambiar.
¿Cómo es tu día a día en San Sebastián?
Por la mañana hago la compra, normalmente paro en la carnicería o pescadería, en la frutería, y luego compro el pan y desayuno en la panadería. Al llegar a casa trabajo unas horas y luego voy a correr y me meto en el mar antes de comer en casa. Después de comer sigo trabajando hasta las 7 y salgo a dar un paseo en bicicleta o a jugar al baloncesto en estas canchas junto al mar. Por la noche me reúno con amigos en el centro o en el casco antiguo para cenar y normalmente voy a algún bar de pintxos a tomar algo.
¿Y un día libre? ¿Cómo te relajas? ¿Cuáles son tus aficiones?
Cuando tengo un día libre, lo ideal es pasar el día surfeando en algún lugar de Francia como Guethary, Bidart o Anglet. Antes de volver a España después de un largo día de surf, es agradable parar en Biarritz y tomar algo en el Port Vieux.
Un refugio secreto en la ciudad
El cementerio inglés del Monte Urgull
¿Cuál es tu pincho favorito?
Mi pintxo favorito es la gilda; puedes encontrarlo en casi cualquier bar de la ciudad. Mis favoritos son el Ganbara, el bar Antonio, el Tamboril y Casa Néstor.
¿Un lugar imprescindible que no hay que perderse?
El Santuario de Arantzazu, a una hora de la ciudad.
¿Qué te atrae de la cultura vasca?
Los vascos me parecen muy leales. No se abren a ti inmediatamente, sin embargo, una vez que te haces amigo sientes que hay una confianza que no se puede romper.
¿Sueles acudir a tu padre a pedirle consejo?
Siempre hemos mantenido un diálogo muy saludable cuando hablamos de arte. Hay un rico intercambio de ideas, tiene un conocimiento enciclopédico. Mi padre siempre ha sido una gran fuente de información y respeta mis ideas. Creo que confía en mis ambiciones como comisario. Fue un honor ser el autor y co- curator de Schnabel and Spain: Anything can Be a Model for a Painting, un exposición constituída por 23 pinturas realizadas desde 1997 hasta hoy, que mostraba sus cuadros en el contexto de la pintura española y la evolución de su producción artística durante este periodo.
¿Os reunís con frecuencia toda la familia?
Somos 7 hermanos de edades distintas y es difícil vernos todos juntos a menudo, aunque siempre son ocasiones muy especiales. Yo diría que 1 o 2 veces al año como mucho.
¿Cuál es tu próximo proyecto?
He pasado mucho tiempo en Ciudad de México desde 2016. Hice la primera exposición de Villa Magdalena fuera de San Sebastián allí este pasado invierno de 2022 durante la última edición de MACO cuando mi amigo cercano Javier Estévez de la Galería Mascota me acogió y me dejó mostrar uno de mis artistas en una de las salas de su espacio. Fue una exposición individual de la artista coreana afincada en Nueva York, Mie Yim (Seúl, 1963) de nuevas obras sobre papel. Me gustaría seguir planeando exposiciones en Ciudad de México. Ahora mismo paso allí 3 o 4 meses al año.
Foto: Pablo Sarabia