A partir del 13 de abril y hasta el 15 de junio, Villa Magdalena presenta Cristina de Miguel: El caer y el viento, una selección de nuevas pinturas de la artista española afincada en Nueva York Cristina de Miguel (Sevilla, 1987). Se expondrán cinco obras motivadas por la nueva contemplación del océano y la idea de los cuerpos en el agua. Esta nueva serie responde a la naturaleza del lugar que la acoge, San Sebastián; una ciudad costera engullida por el mar. En esta exposición, De Miguel continúa su exploración pictórica de temas recurrentes como la gravedad, la velocidad, la fisicalidad, al tiempo que desarrolla un enfoque figurativo definido por la fragmentación del cuerpo y la materialidad de la pintura.

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Las pinturas de Cristina de Miguel son conocidas por la yuxtaposición de figuras distorsionadas con paletas de colores brillantes. En el centro de su práctica está la combinación de diferentes métodos de aplicación de la pintura que dan como resultado una variedad de texturas y pinceladas. La intensa sensación de movimiento de sus cuadros emula un proceso inherentemente físico y caótico: el lienzo alterna entre inclinado y plano sobre el suelo mientras la artista vierte, arroja, rasca y cepilla la pintura sobre la superficie. El uso que De Miguel hace de la barra de óleo y la abundancia de líneas frenéticas que sostienen sus anatomías corporales sueltas evocan una sensibilidad pictórica muy influida por el dibujo. De manera fundamental, sus cuadros cobran vida a través de fuerzas opuestas: texturas húmedas y secas, tratamientos de superficie gruesos y finos, gestos figurativos oscuros y composiciones caracterizadas por colores luminosos.

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Las figuras humanas y los rostros son temas predominantes en la obra de Cristina de Miguel. En los últimos años, nos ha presentado agrupaciones de seres ficticios realizando acciones: individuos montando en scooters y motocicletas, tocando instrumentos musicales, marchando, volando. Estas escenas colectivas de obras anteriores son escenarios abarrotados con múltiples figuras y acciones que interactúan a la vez. Lo que ahora presenciamos en los lienzos a gran escala incluidos en esta exposición son imágenes que se han distanciado del género narrativo en favor de una mirada más no representativa.

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Las pinturas expuestas son el resultado de una fase introspectiva en la que la artista reflexiona sobre ideas que encauzan su lenguaje visual en una nueva dirección imaginaria, a la vez que poseen un elemento site-specific que comunica con el entorno de la exposición. El resultado final de De Miguel son lienzos que giran principalmente en tor- no a composiciones de una sola figura. El cuerpo y sus respectivas partes han aumentado drásticamente de escala hasta el punto de que las formas pierden sus contornos y empiezan a fundirse hacia lo irreconocible. Las escenas con múltiples sucesos han sido sustituidas por manos y pies gigantes que conservan su propia autonomía al ocupar grandes áreas del plano pictórico. Fondos azules teñidos de apariencia líquida anclan estas figuras que caen y crean gestos fluidos que evocan el mar y sus movimientos esporádicos. La tensión rítmica entre los rostros con expresiones definidas y detalladas y los torsos deconstruidos y desprovistos de integridad estructural encarnan la noción que tiene el artista del cuerpo como pieza.