Villa Magdalena se complace en presentar Casey Bolding: Pasaia. Esta exposición marca la primera muestra individual del artista en Europa.

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Organizada en colaboración con Polina Berlin Gallery, la exposición reúne la nueva serie de pinturas realizadas por Bolding (n. 1987, Denver, CO) durante el otoño, primero en la residencia Castel Carmel en Castillion, Francia, y concluyendo con la residencia de Villa Magdalena, en el País Vasco.

Pasaia -nombre que en euskera designa el histórico pueblo pesquero del siglo XVI- fue en su día un próspero centro de comercio marítimo, construcción naval y caza de ballenas en el apogeo del imperio español. Hoy, sin embargo, muestra las huellas del tiempo: un lugar de paso más que de arraigo, moldeado por la fugacidad y una silenciosa sensación de decadencia.

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Como su nombre sugiere, es un espacio de nacimiento y muerte, de almas errantes y destinos inciertos, de anonimato. Similar a una ciudad fronteriza, es una tierra de nadie donde la tradición local se entrelaza -y a veces se interrumpe- con la llegada constante de forasteros que traen consigo fragmentos de otras culturas. En este contexto, Casey Bolding, pintor norteamericano que utiliza como punto de partida objetos efímeros, fotografías personales y recuerdos de lugares lejanos, traza un mapa muy personal del pasado y el presente.

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El carácter melancólico del País Vasco, con su costa escarpada, su luz cambiante y el clima atlántico tempestuoso, impulsa el particular enfoque psicológico de Bolding sobre el retrato y el paisaje. Con frecuencia subvierte los códigos de estos géneros clásicos mediante un palimpsesto de elementos formales y un abordaje pictórico profundamente experimental.

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La composición en la obra de Bolding se concibe como una pátina de tiempo y entropía. Sus superficies, construidas con múltiples capas de gesso y pintura industrial, se transforman a través de un proceso enérgico de raspado, eliminación y reconstrucción. Este proceso de adición y sustracción le permite construir una narrativa en torno a gestos figurativos, desarrollando escenas pobladas de personajes y objetos provenientes de diversas fuentes. Aquí, el artista confía en los hallazgos o apariciones que surgen de la propia materialidad del medio. Su práctica, marcada por años de pintura al aire libre -en edificios abandonados o trenes de carga corroídos por el tiempo-, excava imágenes sobre el lienzo como lo haría en una pared vacía que pudiera encontrar: una superficie agrietada, descolorida por el sol y manchada por los elementos.

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Aunque podría considerarse un pintor narrativo, su proceso revela una sensibilidad más sutil en el que el uso poco ortodoxo de los materiales y la aceptación de lo azaroso se convierten en el motor de escenas casi reconocibles. Accidentes y coincidencias emergen de la superficie pictórica como espejismos en el desierto. A partir de ahí, Bolding combina esas apariciones materiales con visiones enigmáticas tomadas de fotografías personales. Asumiendo el papel de testigo -atento a la relación entre las personas y su entorno, a cómo se integran o resisten- y habiendo crecido en las vastas llanuras del midwest estadounidense, su sensibilidad visual se configura en un lugar donde se puede mirar hacia el infinito, donde los espejismos titilan y se disuelven en una frontera siempre cambiante entre percepción y memoria, presencia y desaparición.

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Casey Bolding (n. 1987, Denver, CO) vive y trabaja en Brooklyn, Nueva York. Su obra ha sido expuesta en Polina Berlin Gallery, Nueva York (2025, 2024); LVH Art, Londres (2025); Karma, Thomaston, ME (2025); Pond Society, Shanghái (2025); Jack Siebert Projects, Los Ángeles (2025); Shoot the Lobster, Nueva York (2023); Mamoth, Londres (2022); y 1969 Gallery, Nueva York (2019).