
Vista de la exposición: Algunas tendencias en la pintura española ahora.
Jorge Galindo, Alejandro Garmendia, Felicidad Moreno y Matías Sánchez protagonizan Algunas Tendencias en la Pintura Española Ahora, la exposición inaugural de Villa Magdalena. Por primera vez estos artistas se exponen bajo el mismo techo con el objetivo de entablar un diálogo fresco sobre la pintura en este contexto geográfico. La exposición no pretende definir un movimiento específico, sino reflejar una selección de narrativas personales de estos cuatro artistas que abordan cuestiones sobre lo abstracto, la figuración, qué pintar y cómo hacerlo. Cada uno de ellos tiene su propia propuesta sobre lo que podría ser considerado como pintura actual.
El propósito de la muestra es presentar a las diversas identidades que median en el paisaje contemporáneo de la pintura española. Las paredes del espacio son ya pinturas en sí mismas, cubiertas de musgo y sacudidas por el paso del tiempo y las condiciones húmedas naturales de la región vasca.
Jorge Galindo (Madrid, 1965) ha estado en la vanguardia de la abstracción gestual española desde principios de los 90. Series como la de Patchwork (1996-98), Pintura Animal (2000) y Fotomontajes Pintados (2004-2009) evocan un uso inventivo del collage, una imaginería variada y una pincelada expresionista implacable. Su serie más reciente, El Eco de las Flores —aún en proceso— combina la pintura de acción con una tematica determinada. Flores llamativas ejecutadas de manera suelta. Están en movimiento constante, casi ilusivas, como si pudiesen cambiar o desaparecer en cualquier momento. En estas pinturas, como en muchas anteriores, la composición y la pincelada se desintegran, se transforman y se reconstituyen. Son dinámicas porque independientemente de la imaginería o el tema siguen reconfigurándose, sin llegar a resultar familiares.
Alejandro Garmendia (San Sebastián, 1959 - 2017) poseía una actitud subversiva y un acercamiento ingenioso a la estructura estética y los aspectos formales del paisaje y la arquitectura. Los dirigió hacia un punto de partida donde una plétora de imágenes se manifestaban en una variedad de formas, documentando lo inexistente y creando así lo físicamente imposible. Los objetos fantasmagóricos alteran su configuración, transformando lo que miramos en un mundo donde la escala y el plano se entremezclan hasta el punto en que la gravedad desaparece. Son escenas que no necesariamente se limitan a un estilo particular; sugieren realmente una distanciada visión metafísica de un personaje emocional, lleno de soledad y melancolía, que nos brinda una nueva irrealidad pintada.
Felicidad Moreno (Madrid, 1960) transmite con su obra algo cósmico y microscópico al mismo tiempo. Hace confluir lo infinitamente pequeño con lo infinitamente grande. A lo largo de los años, Moreno ha minado un lenguaje pictórico de líneas superpuestas, pintura en spray, goteos de esmalte y trazos curvos gestuales que se convierten en haces de luz y sombras, creando abstracciones que abisman a uno hacia lo desconocido. Moreno se ha embarcado en una expedición estética sin principio ni fin. Su obra crea una realidad paralela que deja flotar en el espacio a la imaginación y experimentar a su vez una visión molecular del mundo.
Matías Sánchez (Tübingen, 1972) presenta su propia versión sombría de la historia y la cotidianidad. Los personajes de su obra son estremecedores y encantadores por igual. Un teatro de seres, tanto humanos como animales, de carácter más rural que urbano. Entre ellos, fumadores, borrachos, granjeros, ratas, gatos callejeros y filósofos despreciados, reminiscentes a los vagabundos de Buñuel en Viridiana. Toda una poética de la fealdad. Son pinturas densas en forma y narrativa. Sánchez estuvo expuesto desde su juventud a pintores del Barroco español como Juan de Valdés Leal, quien prosperó en Andalucía, especialmente en Sevilla, donde el artista ha pasado la mayor parte de su vida. Sus composiciones abarrotadas y gestos figurativos exagerados ilustran una respuesta visceral al momento histórico. «La exageración, el pan nuestro de cada día» (Matías Sánchez).